domingo, 15 de septiembre de 2013

Algo muy grave va a suceder


En la antigua Grecia, existió un escultor llamado Pigmaleón, quien se enamoró de una de sus creaciones: Galatea. Tal fue el grado de su pasión, que llegó a tratarla como si fuera una mujer viva; finalmente, Afrodita le dio vida después de un sueño al percatarse del gran amor que sentía sobre ella, puesto que representaba la mujer de sus sueños.



Hoy en día, el Efecto Pigmaleón es conocido también como La Profecía Autocumplidora. Como ha sido tratado en anteriores postulados, nosotros, somos dueños y, al mismo tiempo, esclavos de nuestras obras y éstas definen la esencia del ser humano. Es producto de éstas se encuentra plasmada la huella de nuestra alma o, mejor dicho, personalidad.

Así, dentro del análisis cultural de la humanidad, hemos de admitir que la catástrofe es parte medular de la historia de las sociedad, en particular de la historia de México. Estamos educados para esperar el fin de los tiempos, la gran crisis o el levantamiento en armas que cree un estado de anarquía e incertidumbre. Lo anterior, habla de un placer terriblemente introyectado hacia la fantasía autodestructiva.

Esto quiere decir que nuestro deseo se proyecta en acciones cuyo objetivo es cumplir con lo idealmente soñado; en otras palabras, queremos y hacemos lo necesario para, efectivamente, alcanzar ese apocalipsis. Al existir un deseo, entonces, podemos hablar de una sociedad sadomasoquista cuyo fin último es lograr eso que le aterra, ese quinto sol que corrobore la misma fantasía.

Evidentemente, esto se transfiere a nivel individual. Bajo una sociedad aterrada por el fracaso, ¿qué podemos esperar de los individuos que la integran?. Así, cada sujeto es objeto de el Efecto Pigmaleón a diferentes niveles y en distintas áreas; por ejemplo, quien tira un penal pensando en no fallarlo o aquella que solo espera el golpe del marido.

La sensación o presentimiento de que algo muy grave va a suceder, simplemente no existe. Lo anterior, es el producto de la interacción de la influencia social con los procesos cognitivos del pensamiento. Al final, se vuelve un ciclo, en el que se funda la idea y cada señal ambiental se adapta a la idea, para terminar actuando lo que uno piensa, para bien y para mal.

Merleau-Ponty



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