lunes, 30 de junio de 2014

De lo sublime a lo ridículo

Bien decía George Orwell que el deporte es como la guerra , pero sin tiros. Y es que la historia del deporte indudablemente esta plagada de dramatismo, de tragedia.  Los atletas que han fallado en los momentos claves, pueden llegar a vivir con el sentimiento de derrota durante el resto de sus vidas, algunos nunca se recuperan, los pueblos lo sufren conforme al significado de cada deporte en sus culturas.

Ya que estamos en época mundialista, a propósito de donde se juega el mundial, basta recordar el famoso Maracanzo un 16 de julio de 1950. Hoy en día , los aficionados brasileños sufren ese momento, mientras los uruguayos lo gozan. Toma ese juego tíntes de heoricidad , dramatismo y hasta cierto punto es una novela histórica, bien decía un captián del equipo Uruguayo que si ese partido lo jugaban otras 99 veces, seguramente Brasil ganaría todas, pero ese día les tocó el partido 100.

Una cuestión interseante sobre el aspecto atropológico en el deporte, es que cada pueblo pareciera estar diseñado para repetir o proyectar su historia en esta actividad. Por ejemplo, se ven replicados los valores socioculturales, en general, algunas culturas están bastante predispuestas para buscar la ventaja extradeportiva, una competencia la juegan desde antes, buscan presionar a los jueces o árbitros e, inclusive, en un mismo juego, lo hacen todo el tiempo para conseguir alguna marcación a su favor. Los sudamericanos son maestros en este dominio, en especial los Argentinos, Uruguayos y Brasileños.

Otra de las cuestiones interesantes, es como el estilo se vuelve un sello que debe ser respetado por las generaciones y es parte de la ideosincracia deportiva de cada país. Por ejemplo, los italianos son muy orgullosos de su catenaccio en fútbol, que les ha dado mayores resultados que su incipiente nuevo estilo. En basquetball, Estados Unidos no sólo debe mostrar superioridad absoluta sobre el resto de las naciones, también debe ser espectacular, hacer jugadas de fantasía. Lo mismo ocurre con los brasileños en el futbol.

En muchas ocasiones, el deporte más popular es considerado como el opio del pueblo. En otras palabras, un medio políticio para entretener a las masas y hacerlos olvidar de la explotación en la que viven. Sin embargo, hoy en día he de sostener que debemos ir más allá de esa visión, puesto que, como bien decía el colega Roberto Da Matta, se ha vuelto un drama social.  Es un ritual en donde se expresan códigos, valores y actitudes que al final resultan una expresión natural de lo que cada sociedad vive.

Todo lo anterior, es una búsqueda de la explicación razionalizada sobre lo que sucede en el deporte Mexicano, en especial con la tan últimamente citada selección mexicana de fútbol. Más allá del partido, bien dice el dicho : la historia se repite dos veces, la primera vez como trageida y la segunda como farsa. Lo que tracionó no fueron los nervios, si no la necesidad de repetir aquello que no hemos comprendido como pueblo, hay algo muy en el fondo de nosotros que sigue abierto, quizá sea ese penalty que falló García Aspe en el 94, la falla de Luis Hernandez para el 2 a 0 en el 98,  la soberbia del 2002, el gol de Maxi en 2006, la desconcentración de Osorio en 2010 .. y ahora, la historia se repite.

El psicoanálisis clásico dirá tentemos una produnda compulsión a la repetición y, se repite, queridos lectores y lectoras, para no recordar: es la neurosis del destino. Se dice, que esas repeticiones producen el retorno de lo reprimid, lo que nos lleva a imaginar que el inconsciente colectivo nacional encuentra cierto placer en estas eliminaciones, no es coincidencia que siempre sea el 4to partido aunque se califique de milagro, siempre se hace un gran mundial, cuatro grandes partidos y no más, no queremos más.

MERLEAU PONTY




 

lunes, 23 de junio de 2014

La cultura del sufrimiento en el fútbol


A propósito de la presente Copa del Mundo, creo pertinente nuevamente hacer una revisión sobre lo que ha sido la selección mexicana en los partidos de los últimos mundiales. En la etapa moderna, México, lleva 6 copas del mundo clasificando constantemente al a segunda ronda del mundial, sólo otros dos países lo han logrado: Brasil y Alemania.



Lo interesante es que cada mundial el discurso del mexicano, ya que el público que disfruta del fútbol siempre manifiesta lo mismo: "de la primera fase no pasamos". Hay una tendencia al pesimismo que es propia de la cultura nacional, aunque más allá de la falta de "fe" y la falta de proyectos a largo plazo, podemos atribuirlo además a la inherente psicología colectiva que esta fundamentada en nuestra ancestral cosmovisión del mundo. Una cultura compuesta de ciclos. 

La falta de "fe" no es accidental. Además de nuestros bagaje cultural, hemos de considerar que generalmente estamos acostumbrados a sacar las "chamba" en los últimos minutos. Una clasificación al mundial sin sufrir, no se disfruta. Y es que a lo largo de la historia nacional, nos hemos caracterizado por ser un pueblo al cual el sufrir es parte del goce propio del día a día; por ejemplo, ¿no acaso la comida debe sufrirse para gozarse?, ¿quién imagina un platillo  o comida mexicana típico sin picante? 

Nuestra cultura, típicamente cíclica, se vio abrutamente interrumpida por la llegada de los españoles. El quinto sol todavía no tenía lugar y, sin embargo, el origen de la cultura mexicana se da gracias al prematuro choque entre dos culturas. No debe sorprendernos entonces, que para nosotros sea complicado poder completar un ciclo mundialista de forma limpia. El único en la historia ha sido el que llevó Ricardo La Volpe y, sin embargo, se hizo todo lo posible por tirarlo antes de tiempo.

En los mundiales nos percibimos como inferiores al rival. Justamente esta es nuestra fuerza. El tema de ser favoritos no va con nuestra idiosincrasia, es decir, un mexicano que es favorito en su disciplina tiene la presión histórica sobre los hombros. Por ejemplo, las culturas mesoamericanas, en concreto los mexicas, eran "favoritos" frente a un ejército de españoles y sucumbieron. Como la selección era favorita en 2006 para liderar el grupo y, al final, obra de casualidades, avanzaron a la siguiente ronda en donde dieron su mejor juego ante Argentina, favoritos sobre el representativo nacional.


Los entrenadores que han tenido "éxito" en una copa del mundo , nunca han terminado el siguiente ciclo mundialista. El discurso se desgasta, el mexicano deja de creer en su líder, el grupo se disuelve. Este fenómeno es común en las masas que se nacen con un sólo objetivo y, al final, se disuelven ya que se ha cumplido. Quizá los grupos de seleccionados funcionan como esa masa, se crecen ante el castigo y cuando termina el mundial, no hay un objetivo cercano más: para el siguiente mundial faltan 4 años. Lo anterior, significa que la chamba la debemos tener empezada para el último año, si acaso, del ciclo. 

Una psicología del seleccionado mexicano con una mentalidad conflictuada, entre al ambivalencia de amar y odiar a sus demonios históricos. Deportivamente, la obsesión del quito partido busca romper finalmente con aquellas ataduras y , quizás, miedos históricos por trascender; sin embargo, ¿cómo es que podamos decir que fue un ciclo exitoso si la mita de él fue un fracaso?. Típico de nosotros querer olvidar el pasado, el pasado duele, en especial al mexicano, nos acordaremos de otro gran mundial en donde jugamos como nunca y perdimos...



MERLEU-PONTY

lunes, 16 de junio de 2014

El príncipe que nunca llegó a ser rey

En el famoso cuento de los hermanos Grimm, la princesa y el sapo, es bien conocido que ésta de un principio no quiso mantener su promesa de ser amiga del sapo, inclusive escapa a su castillo y es obligada por su padre a cumplir la promesa.  El sapo, tras el beso de la princesa, se convierte en príncipe y la historia cambió totalmente.

Por otra parte, hoy en día vemos replicado en muchas películas dirigidas al género femenino, la idea de que el hombre es ventajoso, se aprovecha , egoísta , etc.  Al final, después de grandes súplicas, el hombre termina siendo perdonado y aceptado por la mujer ofendida. 

Es interesante considerar el elemento de que también la sociedad, particularmente la mexicana, coloca a la mujer en una posición bastante ambivalente, lo mismo una prostituta, gran señora, amante, mujer que transmite o conserva. Si bien es cierto, como bien señaló Octavio Paz, la mujer es un reflejo de la voluntad y querer masculinos.  Sin embargo, agregaría que también se ha vuelto una cómplice y perpetuadora de dicho modelo. Inclusive, actúa muy bien este rol de abnegación , atracción y sufrimiento. 

La laberinto de la soledad, ilustra perfectamente esta última parte, pues la mujer, siempre vulnerable, se transforma en víctima. Esta víctima aguanta el sufrimiento, se vuelve más fuerte (aquellos y aquellas que sufren, generalmente se vuelven menos sensibles al dolor) y lo convierte en una virtud, gracias a esta virtud trasciende . Es ahí cuando entonces se necesita de un "protector" , un príncipe. Un hombre capaz de protegerla, cuidarla, escucharla , cumplir sus necesidades (es por eso que el sapo no calificaba ni como amigo, pues era débil ante ella) y siempre velar por sus intereses.  ¿Lo cual, me lleva a la pregunta, es esto un príncipe o un padre?

Si bien es cierto que la mujer que no cumple con estas características se vuelve en una "mala mujer" , pues deja de ser pasiva y se convierte en activa, un estado reservado para los hombres. La mujer que abandona, deja, hace, es proactiva y tiene iniciativa, adquiere la características de hombre, no puede una mujer proteger a un hombre, a menos que sea su hijo, no esta permitido. Al final, este arquetipo de mujer termina sin un hombre (al menos en el sentido simbólico).

Lo anterior, nos puede guiar a la conclusión de que muchas de nuestras mujeres están buscando a ese príncipe que , en realidad, reemplace a su imago de rey, del padre. Siendo hombres y mujeres "iguales", ¿no debería protegerse mutuamente en una relación de pareja?. Parece que no, este rol de activo es reservado para el hombre y la mujer debe ser la protegida, es lo que demanda del hombre, de otra forma ese hombre no es más que un sapo (el hombre sale de la friend zone cuando deja de ser ese sapo). Ambos juegan ese rol, el hombre a ser el padre y la mujer: objeto del deseo. 



¿Acaso el príncipe se vuelve rey cuando trasciende, cuando forma su decencia. Es entonces cuando toma abiertamente ese papel de protector y proveedor, ya no para con su mujer sino con sus hijos. Mientras tanto, debe llenar ese vacío que hay entre un padre y un hombre, cumplir con ambos roles?.  

MERLEA-PONTY

lunes, 9 de junio de 2014

Decisiones

En un artículo pasado, se discutió a grosso modo como nuestra vida cotidiana esta llena de decisiones que parecen rutinarias y, sin embargo, están llenas de significado. Esto es, por ejemplo, cuando decidimos pararnos de la cama e ir a trabajar y enfrentarnos a un montón de gente que probablemente no toleramos o, quizá, a lo conflictivo que es conducirse por la ciudad.  Bien es cierto que , cada decisión implica una renuncia y, en nuestra actividad, estamos renunciando a algo, llámese como se quiera llamar, cada que actuamos estamos dejando de hacer algo y tanto la acción como la omisión tienen un significado. 

Ahora bien, uno de los punto más importantes y que no debe dejarse de lado es el hecho de que nuestras decisiones tienen siempre un carácter moral; es decir, se rigen entre lo bueno y lo malo. Ni más ni menos. Lo que significa que nuestras decisiones se ajustan aun código o sistema de valores bajo el cual más o menos nos regimos. Y digo "más o menos" porque nosotros mismos somos capaces de romper ese propio código bajo ciertas circunstancias, de hecho, nuestra moralidad realmente se pone a prueba cuando tenemos un verdadero conflicto de interés.

Rescatando las ideas de Rushworth Kidder (1996), sobre como son tomadas las decisiones éticas de la vida, podemos hablar de que fundamentalmente se enfrentamos a los ejes de la Verdad vs Lealtad; es decir, apegarnos a los hechos vs la fidelidad hacia una persona. Individuo vs Comunidad; evaluar si nuestra integridad se antepone ante la integridad de donde pertenecemos. Corto Plazo vs Largo Plazo; a saber, satisfacer necesidades inmediatas vs planes futuros y, finalmente, Justicia vs Misericordia  el conflicto radica entre aplicar la justicia o ser compasivos con quien cometió la falta. 

Estos conflictos, de acuerdo con Kidder, pueden ser resueltos con base en 3 principios. Pensamiento basado en resultados, es decir, lo bueno y lo malo se evalúa al analizar las consecuencias y resultados. Pensamiento basado en reglas, un imperativo categórico (obrar como si la máxima de nuestra acción fuera a convertirse ley universal).  Finalmente, pensamiento basado en la empatía, o reversibilidad: pon a prueba tus acciones como si fueras tú el recipiente de las mismas, en otras palabras, ponerse en los zapatos del otro.

Ahora bien, queridos lectores y lectoras, aquí parece que yace la respuesta ante nuestros más profundos dilemas éticos. Sin embargo, he de decirles que cada uno de estos principios aplica en diferente situación, pues cada problema ético implica totalmente un replanteamiento de cierta parte nuestros códigos morales. No existe como tal un manual particular para cada situación, la ética entonces se vuelve un aspecto universal y nuestras acciones son sujetas a las mismas, la pregunta que dejo para ustedes es ¿cuándo es válido romper nuestros o, simplemente, los principios éticos? 

MERLEAU-PONTY

lunes, 2 de junio de 2014

¿Porqué rompemos la ley?

A lo largo de la historia, hemos conocido casos increíbles en los que han sido capturado delincuentes cuyos crímenes  han sido atroces para la humanidad. Aunque cada crimen sea distinto, existe un denominador común; a saber, lo voraz y destructivo que resultan ser para la sociedad. El carente sentimiento de culpa mostrado, por aquellos que los cometen, podría parecernos aberrante, puesto que la forma en que son operados es un total agravio al tejido social y , además, resulta un ataque violento hacia la humanidad.

De acuerdo a estudios realizados por Robert Hare, un colega especializado en psicología criminal de la Universidad de British Comubia , éstas personas presentan ciertas deficiencias, por parte de lo psicofisiológico, en el sistema límbico (entre otras cosas, responsable  de procesar las emociones y los instintos). Lo cual, se ve reflejado en el procesamiento semántico de las palabras; ya que, les significa lo mismo la palabra violación o asesinato , que silla, mesa, pluma. En resumen, son objetos, en ese sentido, las personas no son seres humanos, sino literalmente un medio.


Ahora bien, más allá del espectro criminológico, el instrumento desarrollado por el Doctor Hare; el cual, por excelencia es utilizado para detectar conductas psicópatas, ha proyectado que, si fuera
aplicado a todos y cada uno de los habitantes del planeta, encontraríamos que el 1% de la población mundial podría presentar tendencias al transtorno antisocial de la personalidad. Esto, representa más que la población esquizofrénica.

 Lo cual, estimados lectores y lectoras, no significa que el restante 99% de la población esté exenta de presentar estos rasgos sociópatas. Inclusive, la tesis del colega Hare, afirma que aunque existiera una sociedad utópica y perfecta, los sociópatas serían parte de ella.  Lo anterior, significa que por naturaleza tendemos  a violar las normas sociales. Sin embargo, la pregunta sigue en pie: ¿porqué "rompemos la ley"?. De acuerdo a las teorías de Lawrence Kohlberg, el desarrollo moral se da en distintas etapas; las cuales, van desde el no reconocimiento del otro y el cumplimiento a las normas por temor al castigo, hasta un 6to estadio que incluye la introyección de un principios éticos universales. Así pues, la fijación en una determinada etapa, explicaría el grado de desarrollo moral de un individuo.

Otro de los aspectos sociales interesantes es, sin lugar a dudas, nuestro entorno. La teoría de la ventana rota, supone que el desorden es un factor potencializador de la conducta antisocial; por ejemplo, si en una esquina hay basura y no se limpia, con el tiempo la gente comenzará a tirar basura y esto se acumulará, para termina expandiéndose sin control. Una premisa interesante de las conductas criminológicas es que los grandes crímenes siempre empiezan por delitos pequeños. 

El ejemplo anterior refiere a que más allá de nosotros mismos, convivimos a diario con personas antisociales, en el estricto sentido del quebrantamiento de las normas. No necesariamente son los grandes criminales, puesto que la conducta antisocial se puede encontrar en todas partes, típicamente como una evidente falta de culpa, la búsqueda de sensaciones extremas (genera una descarga de adrenalina 2 veces mayor a cualquier otra sensación), conductas adictivas, seducción y narcisismo, puesto que al final manipula y utiliza a las personas como un medio. 

Lo anterior, quiere decir que nuestro compañero de trabajo, nuestro jefe, nuestra hermana o la vecina, pueden ser pequeños grandes sociópatas. Constantemente, amenazan  a las instituciones, buscan negociar todo el tiempo las reglas para obtener un provecho personal y utilizan como un instrumento a otras personas. Esta conducta definitivamente nos habla de una personalidad definida y, sin embargo, mis queridos lectores y lectoras, todos nosotros lo hacemos.

Todos tenemos, entre otros rasgos, características de nuestra personalidad que no son estrictamente apegadas a la normatividad (moralidad). Aunque el eje ético-moral será el preponderante, siempre encontraremos un goce inherente en quebrantar el tejido social, como si recordáramos un viejo estadio en el que no había un castigo y, que esto ahora esté en nosotros, no deja de ser placentero. Ante la pregunta, ¿porqué rompemos la ley?, creo que no cabe otra respuesta que: por gusto.



MERLEAU-PONTY