lunes, 16 de junio de 2014

El príncipe que nunca llegó a ser rey

En el famoso cuento de los hermanos Grimm, la princesa y el sapo, es bien conocido que ésta de un principio no quiso mantener su promesa de ser amiga del sapo, inclusive escapa a su castillo y es obligada por su padre a cumplir la promesa.  El sapo, tras el beso de la princesa, se convierte en príncipe y la historia cambió totalmente.

Por otra parte, hoy en día vemos replicado en muchas películas dirigidas al género femenino, la idea de que el hombre es ventajoso, se aprovecha , egoísta , etc.  Al final, después de grandes súplicas, el hombre termina siendo perdonado y aceptado por la mujer ofendida. 

Es interesante considerar el elemento de que también la sociedad, particularmente la mexicana, coloca a la mujer en una posición bastante ambivalente, lo mismo una prostituta, gran señora, amante, mujer que transmite o conserva. Si bien es cierto, como bien señaló Octavio Paz, la mujer es un reflejo de la voluntad y querer masculinos.  Sin embargo, agregaría que también se ha vuelto una cómplice y perpetuadora de dicho modelo. Inclusive, actúa muy bien este rol de abnegación , atracción y sufrimiento. 

La laberinto de la soledad, ilustra perfectamente esta última parte, pues la mujer, siempre vulnerable, se transforma en víctima. Esta víctima aguanta el sufrimiento, se vuelve más fuerte (aquellos y aquellas que sufren, generalmente se vuelven menos sensibles al dolor) y lo convierte en una virtud, gracias a esta virtud trasciende . Es ahí cuando entonces se necesita de un "protector" , un príncipe. Un hombre capaz de protegerla, cuidarla, escucharla , cumplir sus necesidades (es por eso que el sapo no calificaba ni como amigo, pues era débil ante ella) y siempre velar por sus intereses.  ¿Lo cual, me lleva a la pregunta, es esto un príncipe o un padre?

Si bien es cierto que la mujer que no cumple con estas características se vuelve en una "mala mujer" , pues deja de ser pasiva y se convierte en activa, un estado reservado para los hombres. La mujer que abandona, deja, hace, es proactiva y tiene iniciativa, adquiere la características de hombre, no puede una mujer proteger a un hombre, a menos que sea su hijo, no esta permitido. Al final, este arquetipo de mujer termina sin un hombre (al menos en el sentido simbólico).

Lo anterior, nos puede guiar a la conclusión de que muchas de nuestras mujeres están buscando a ese príncipe que , en realidad, reemplace a su imago de rey, del padre. Siendo hombres y mujeres "iguales", ¿no debería protegerse mutuamente en una relación de pareja?. Parece que no, este rol de activo es reservado para el hombre y la mujer debe ser la protegida, es lo que demanda del hombre, de otra forma ese hombre no es más que un sapo (el hombre sale de la friend zone cuando deja de ser ese sapo). Ambos juegan ese rol, el hombre a ser el padre y la mujer: objeto del deseo. 



¿Acaso el príncipe se vuelve rey cuando trasciende, cuando forma su decencia. Es entonces cuando toma abiertamente ese papel de protector y proveedor, ya no para con su mujer sino con sus hijos. Mientras tanto, debe llenar ese vacío que hay entre un padre y un hombre, cumplir con ambos roles?.  

MERLEA-PONTY

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