lunes, 23 de junio de 2014

La cultura del sufrimiento en el fútbol


A propósito de la presente Copa del Mundo, creo pertinente nuevamente hacer una revisión sobre lo que ha sido la selección mexicana en los partidos de los últimos mundiales. En la etapa moderna, México, lleva 6 copas del mundo clasificando constantemente al a segunda ronda del mundial, sólo otros dos países lo han logrado: Brasil y Alemania.



Lo interesante es que cada mundial el discurso del mexicano, ya que el público que disfruta del fútbol siempre manifiesta lo mismo: "de la primera fase no pasamos". Hay una tendencia al pesimismo que es propia de la cultura nacional, aunque más allá de la falta de "fe" y la falta de proyectos a largo plazo, podemos atribuirlo además a la inherente psicología colectiva que esta fundamentada en nuestra ancestral cosmovisión del mundo. Una cultura compuesta de ciclos. 

La falta de "fe" no es accidental. Además de nuestros bagaje cultural, hemos de considerar que generalmente estamos acostumbrados a sacar las "chamba" en los últimos minutos. Una clasificación al mundial sin sufrir, no se disfruta. Y es que a lo largo de la historia nacional, nos hemos caracterizado por ser un pueblo al cual el sufrir es parte del goce propio del día a día; por ejemplo, ¿no acaso la comida debe sufrirse para gozarse?, ¿quién imagina un platillo  o comida mexicana típico sin picante? 

Nuestra cultura, típicamente cíclica, se vio abrutamente interrumpida por la llegada de los españoles. El quinto sol todavía no tenía lugar y, sin embargo, el origen de la cultura mexicana se da gracias al prematuro choque entre dos culturas. No debe sorprendernos entonces, que para nosotros sea complicado poder completar un ciclo mundialista de forma limpia. El único en la historia ha sido el que llevó Ricardo La Volpe y, sin embargo, se hizo todo lo posible por tirarlo antes de tiempo.

En los mundiales nos percibimos como inferiores al rival. Justamente esta es nuestra fuerza. El tema de ser favoritos no va con nuestra idiosincrasia, es decir, un mexicano que es favorito en su disciplina tiene la presión histórica sobre los hombros. Por ejemplo, las culturas mesoamericanas, en concreto los mexicas, eran "favoritos" frente a un ejército de españoles y sucumbieron. Como la selección era favorita en 2006 para liderar el grupo y, al final, obra de casualidades, avanzaron a la siguiente ronda en donde dieron su mejor juego ante Argentina, favoritos sobre el representativo nacional.


Los entrenadores que han tenido "éxito" en una copa del mundo , nunca han terminado el siguiente ciclo mundialista. El discurso se desgasta, el mexicano deja de creer en su líder, el grupo se disuelve. Este fenómeno es común en las masas que se nacen con un sólo objetivo y, al final, se disuelven ya que se ha cumplido. Quizá los grupos de seleccionados funcionan como esa masa, se crecen ante el castigo y cuando termina el mundial, no hay un objetivo cercano más: para el siguiente mundial faltan 4 años. Lo anterior, significa que la chamba la debemos tener empezada para el último año, si acaso, del ciclo. 

Una psicología del seleccionado mexicano con una mentalidad conflictuada, entre al ambivalencia de amar y odiar a sus demonios históricos. Deportivamente, la obsesión del quito partido busca romper finalmente con aquellas ataduras y , quizás, miedos históricos por trascender; sin embargo, ¿cómo es que podamos decir que fue un ciclo exitoso si la mita de él fue un fracaso?. Típico de nosotros querer olvidar el pasado, el pasado duele, en especial al mexicano, nos acordaremos de otro gran mundial en donde jugamos como nunca y perdimos...



MERLEU-PONTY

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