lunes, 13 de enero de 2014

Mein Kampf

Estimados lectores y lectoras, nuevamente una entrada más en Da nathing box. Y agradeciendo su preferencia, el día de hoy deseo disgregar sobre unas de las recientes reflexiones que surgieron a la luz de liberar a la pócima que empuja la inspiración.  Hoy día, se plantea seriamente sobre lo que representa el término de discriminación y como cada uno de nosotros en distintos momentos hemos sufrido y/o sido artífices de tal conducta.

Más allá de la definición propia y lo que engloba, podemos hablar de diversos ejemplos a lo largo de la historia de humanidad. Sin particularizar, en todas la
s sociedades y en todos los tiempos ha existido un grupo que segrega a otro, quizá una minoría, porque le representa una indudable amenaza (real o no) para sus intereses. Por ejemplo, el exterminio de mayas en Guatemala durante los años 80's, el holocausto armenio entre mi 1915 y 1923, la guerra sucia en México durante los años 60´s y 70´s, entre muchos otros conocidos ejemplos. 

A la luz de este breve recuento, quisiera establecer la pregunta, ¿está en la naturaleza humana discriminar, segregar?, ¿es acaso una cuestión meramente de supervivencia?. Sin lugar a dudas, una forma de segregar ha sido la creación de los Estados y sus legislaciones que definitivamente protegen a los individuo miembros de la horda/clan. Más aún, existen serias restricciones para aquellos que no pertenecen y desean ser parte de; lo cual, a nivel muy profundo, jamás sucederá porque cada ser humano se puede ligar o afiliar a su estado/horda y por más que trate de cambiar, existe una genética que lo traiciona, una genética social que lo puede adoptar pero jamás lo considerará un aborigen.

Otra de las formas de segregar es por medio del discurso. Así pues, de las formas más perversas del control, es aquella que busca controla el discurso. Repitiendo constantemente una idea, la masa, el clan, "compra" estas formas de pensar y las hace suyas, surgen analistas intelectuales que basan sus ideas en lo que es establecido por un código moral y político y, así, las transmiten al resto por medio de los canales masivos de difusión.  Esto sucede en todas las sociedades, en todos los grupos, empresas y pequeñas agrupaciones. Aquello que es diferente representa una amenaza, insulta la otredad de la mayoría, pues desestabiliza el paradigma y puede generar "caos".

Mi pregunta central de este breve ensayo gira en torno a la naturaleza perversa del ser humano. No es necesario hablar mal de los judíos o decirle indio en forma despectiva a alguien, tampoco exterminar asirios, griegos, mongoles o tutsis. La discriminación nace del discurso y es tan humana puesto que los grupos sociales se defienden de cierta ideología, color de piel y amenaza de ser invadidos por otros grupos; es decir, es una lucha feroz por supervivencia. Quizá las fronteras físicas son una expresión de la obvia y, necesaria, división de los pueblos.

Para algunos de ustedes, el título de esta entrada puede ser evidente y más aún el tema en que se ha tratado el día de hoy. No pretendo rechazar las tesis morales que justifican o buscan sostener la segregación, solamente hablar de los motivos humanos que llevan a ella y cómo nosotros, por más que tengamos una postura en contra, estamos sujetos por naturaleza a la división.  Los Estados son la evolución de lo clanes, los tratados de las pinturas rupestres, pero, queridos lectores y lectoras, seguimos siendo voraces y celosos en cuanto a nuestras supuestas raíces, defendiendo un origen como si representara la base de nuestra ideología (cuando éstas últimas son las que se forman a lo largo de la vida).

Finalmente, dejo en el tintero el punto más polémico de esta entrada. ¿es buena la discriminación?, ¿es justa?. Esto no es una apología a la violencia ni pretendo enaltecer a uno de los criminales de guerra más sanguinarios de todos los tiempos,  sin embargo, dada la naturaleza propia de las cosas y lo evidente que se ha vuelto, ¿acaso nos agrupamos para continuar "evolucionando" como los más "aptos"?

Sólo se puede luchar por aquello que se quiere, se quiere lo que se respeta y se puede respetar únicamente lo que, por lo menos, se conoce.


MERLEAU-PONTY

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