lunes, 18 de noviembre de 2013

Al diablo las instituciones

En el año 2006, tras unas polémicas elecciones presidenciales, el candidato opositor Andrés Manuel López Obrador levantó la voz para quejarse sobre la forma en que habían sido contabilizado los votos, adicional, a que consideraba que había sido una elección viciada y con muchas irregularidades.  En un discurso que pronunció en el Zócalo de la Ciudad de México ante un gran grupo de seguidores exclamó las tan recordadas palabras :"que se vayan al diablo con sus instituciones".



Más allá de la inclinación política que cada uno de ustedes tenga, queridos lectores y lectoras, o superando la opinión personal de este personaje; es importante mencionar que el contexto bajo el cual fueron pronunciadas tales palabras, proviene de un sentimiento de injusticia y de impotencia ante el marco general de "la institución" y cómo cada uno de nosotros estamos subyugados, para bien y para mal, al las normas que rigen y se hacen cumplir  para poder lograr más o menos una convivencia social.

Sin embargo, cuántos de nosotros hemos estado en el punto de mandar al diablo esas instituciones. Simplemente el sistema nos demuestra constantemente que tiene profundas grietas y, de entrada, esta viciado. Por mencionar algunos ejemplos, cuando queremos pagar nuestros impuestos, generalmente nos encontramos frente a lo más burocrático y coercitivo del sistema, o bien, para realizar trámites administrativos, cuántos de nosotros hemos sufrido de la soberbia y desprecio de los funcionarlos públicos.  

A nivel más individual, nuestro entorno más próximo está repleto de "instituciones" que rigen los micro sistemas. Por ejemplo, el trabajo. En donde entran en juego jerarquías, procedimientos, burocracia y clientelismo. Como seres humanos tenemos esta parte avara y, al formar las instituciones, se transmite en nuestras prácticas y políticas institucionales, que, de no tener un cambio o adaptarse a los cambios. terminarán siendo disfuncionales.

Asimismo, nosotros estamos subyugados a nuestras estructuras internas, las cuales, nos hacen presa de nuestra conducta, de nuestra rutina.  Muchas veces la insatisfacción del ser humano se encuentra porque ésta atrapado entre el ser ideal  y ser actual. Ambos conceptos nos hablan de nosotros y de nuestras expectativas, las cuales, deben ser dinámicas. ¿Qué necesitamos para alcanzar esta serie de ideales?. Para generar un cambio, entonces, es necesario dar un golpe de timón.

Lo anterior, significa, introducir caos en nuestras calmadas vidas. Algo que signifique para nosotros la pieza de dominó que moverá al resto. El Caos, no siempre representa algo negativo, un tipo decidió parar la ciudad para que sus demandas fuera escuchadas, fue aborrecido y considerado la peor escoria social; pero sus demandas no sólo fueron escuchadas sino que puestas en prácticas por el mismo sistema que juzgaba como inconcebible lo que proponía. 

No quiere decir que debamos parar la ciudad o hacer estallar una granada para ser escuchados. Primero, debemos escucharnos a nosotros y generar ese caos, ese golpe de timón para poder mover las aguas. Luchar contra el peor de nuestros enemigos: la zona de confort. La forma de lograrlo es generar el caos en nosotros, luchar contra nuestras propias estructuras, las cuales son muy fuertes pero si es necesario tendremos que armar un plantón y esperar que nosotros mismos nos asimilemos esta nueva idea, este nuevo cambio. 

Recuerden que mientras hagamos lo mismo, obtendremos los mismos resultados.











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