lunes, 11 de agosto de 2014

Yo (no) soy Divergente

En los más utópicos caminos de la filosofía de todos los tiempos, se ha colocado al ser humano como una especie distinta del resto de los reinos que habitan en la naturaleza. Más aún, es afirmado también que cada uno de nosotros es diferente a los demás, que si bien hay similitudes, "cada cabeza es un mundo".  Y nos hemos horrorizado ante la posible atrocidad de tratar a los hombres y mujeres como máquinas, en donde nuestra individualidad vaya disolviéndose de apoco en la masa.  Aún vemos lejano esos tiempos en los que, Aldous Huxley, hablaba de un mundo en el que cada persona estaba destinada a hacer algo y los sentimientos de dolor y sufrimiento eran suprimidos por medio del soma, todos y cada uno estaban categorizados y la sociedad funcionaba con reloj; inclusive, los salvajes (inadaptados) se dieron cuenta de que su estado no resultaba necesariamente mejor que el del resto, a pesar de tener el poder de la elección, pues esto también generaba sufrimientos.

Recientemente, una película futurista llamada Divergente, nos habló sobre como se fueron organizando en facciones de forma controlada en la que cada una de ellas tenía una función dentro de la sociedad en general. Desde aquellos que discutirían las leyes, quienes defenderían el orden social, los que servirían a los infortunados hasta quienes serían productores. Todos, realizando una labor, cuando llegaba el momento, debían elegir su destino, no dejaba de ser una elección, pero si no encajaban serían relegados. Todo con el fin de mantener la paz y el orden social. Al final , resulta que aquellos que no pueden adaptarse, o tiene más de una tendencia son llamados Divergentes y son expulsados de la sociedad, al ser un peligro para la misma.



Sin embargo, una de las preguntas que siempre he buscado una reflexión y cuya respuesta está en el tintero es la de si ¿la sociedad construye al hombre o el hombre a la sociedad?  Pues bien, en lo particular estas utopías han dejado de ser una cuestión futurista y nos ha alcanzado el padre Kronos.  Y es que debemos derribar el mito de que existe una gran diferencia entre cada ser humano, puesto que no necesariamente es una cuestión verdadera.  Por ejemplo, piense en cosas sencillas como ir al super o al mercado y desea comprar ciertos alimentos.  Éstos ya los escoge por "gusto" o por "sabor" , "precio o, lo que llaman, "fidelidad a la marca".

Resulta, queridos lectores y lectoras, que todo esta perfectamente estudiado para que la compra se efectúe de acuerdo a lo que quieran las marcas. Ésto lo hacen los líderes de categoría o los ejecutivos de administración de categorías, quienes por medio de estudiar a la población base en un perfil socioeconómico , llegan a los aparadores para realizar este análisis. Los resultados de estudiar a la población, generan gran parte de la mercadotécnica de una marca,  misma que sirve para incrementar la venta (o, taza de respuesta del consumidor).

No nos sorprendamos, puesto que ésto sólo es un aspecto. En el día a día estamos sujetos a diversos programas de reforzamiento, es decir, actuamos como aquellos "sujetos experimentales" que van a través de un laberinto y lo terminan, maravillando a todos, sin notar que el estímulo y reforzador principal es la comida.  Estos programas de reforzamiento rigen muchas veces nuestras vidas.  Ahora, pensemos cada que recibimos un pago, los seres humanos tendemos a ser víctimas de lo inmediato,  si nos dijeran que nos pagan 120 dlls diarios o 60 mill dlls ahora y no nos pagan en un año, se elegiría la primera opción porque uno de los fundamentos de nuestras elecciones es la Demora.



Los restantes tres pilares de las elecciones son: frecuencia, calidad y cantidad. En realidad no resultan tan complejos y éstos son la base de consumos y de nuestras acciones. Mientras nuestro sueldo sea con una frecuencia aceptable , es más probable que nos "motivemos" para mantenernos en un puesto de trabajo. Otro de los reforzadores típicos son las drogas cuya tolerancia incremente la necesidad del consumo, aquí un ejemplo de que con el tiempo, la cantidad del reforzador debe ser mayor, puesto que nos habituamos al mismo.  Así, cuando vamos a un bar por vez primera, puede ser  que se nos suba más que si lo frecuentamos mucho, aquí el ambiente influye puesto que entonces estaríamos habituando y nuestro consumo incremente, eso lo deben saber los locatarios, por eso de pronto tan buenas promociones.

En fin, de tal suerte, que el meollo de este post es hacer la reflexión que ese furturo nos alcanzó y desde hace mucho tiempo, porque de lo último que les hablo son cuestiones que se vienen estudiando desde antes del siglo pasado y han ido evolucionando.  Más bien la gran pregunta aquí, mis estimados y estimadas, es ¿si existe realmente alguien "divergente"?  ¿pudiera existir un verdadero ermitaño? , ¿quienes realizan las grandes revoluciones, no termina convirtiéndose en una sociedad prácticamente igual a la anterior?

MERLEAU-PONTY

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