lunes, 14 de abril de 2014

The Flu Game o morir en la raya...

11 de junio de 1997. Chicago, Illinois.  Los épicos Toros de Chicago disputaban el quinto juego de las finales de la NBA ante el Jazz de Utah y, al momento, la serie estaba empatada a dos juegos.  El máximo estandarte del equipo, Michal Jordan, estaba por perderse el juego, el médico había dicho que era imposible que estuviera listo para jugar, pues padecía de una intoxicación alimentaria que le ocasionaba naúseas, vómito y debilidad. 

Jordan, de cualquier forma, se puso su jersey 23 y , en 44 minutos de juego, consiguió 38 puntos que sirvieron para vencer al Jazz y dejar la serie 3-2 a favor suyo. El encuentro fue conocido como The Flu Game.

Así, queridos lectores y lectoras, lo que hace extraordinario a este hombre no sólo son su múltiples records o la calidad que desplegaba en la cancha. Lo extraordinario es el como cada juego daba todo y no se guardaba absolutamente nada para después, él sabía que no había un después; bien dicen, el hubiera no existe. ¿Cuántas veces nos hemos guardado lo mejor para el final?, ¿cuántas veces nos detenemos por no actuar?, ¿cuántas veces lo pensamos dos veces? La respuesta sobre si actuamos o no prudentemente sólo se puede conocer hasta que suceden los hechos, mientras estamos sujetos a nuestras decisiones del momento, a cada instante y a cada contexto. El futuro no existe, lo estamos escribiendo todo el tiempo.

Cuando estamos insatisfechos, nos volvemos naturalmente en personas que pierden ese "motivo" o "motivación" para actuar; sin embargo, ¿qué pasa si lo damos todo?, ¿qué pasa si luchamos por lo que queremos hasta que no quede nada más que dar?  Más allá del simple discurso de motivación tradicional, es de encontrarse cierto que morirse en la raya implica mucho más que luchar con empeño. Cuando las condiciones son adversas es cuando la frase cobra un real sentido.  Sería injusto determinar que todos nuestros sueños o anhelos se pueden medir en términos de éxito o fracaso gracias a la consecución de un objetivo.  

Nuestras metas e ideales van cambiando, pero no dejamos de soñar.  Nuestros anhelos se difuminan cual esperanza vana si no son renovados, si los dejamos morir de nada. ¡Cuántas relaciones humanas no se mueren de nada!, ¿acaso no los ideales más bellos pueden perecer cual enfermo terminal sin oxígeno?. Es verdad que puedo rechazar mi trabajo o, simplemente, no sea como me imaginé al salir de la carrera con esa mochila llena de esperanzas pero,  ¿es acaso un pecado ser tu mejor versión , llevar más allá del limite tus capacidades, a pesar de todo? De eso se trata morirse en la raya, no sólo cuando la cosa va bien; mas aún, cuando la cosa va muy cuesta arriba. Éso lo hace extraordinario, no el hecho de no conseguirlo, pues en la vida no siempre tendrás todo lo que quieres, pero si vale el esfuerzo luchar por eso, no dejar morir de nada las cosas.

Cuando terminó el encuentro entre Chicago y el Jazz, Jordan declaró que "todo se trata de desearlo, debes salir y hacer lo que tienes que hacer".

MERLEAU-PONTY


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