Queridos lectores y lectoras, mientras vertía en
estas tardes de invierno una cerveza obscura como la noche y fuerte como un huracán,
a mi mente corrieron diversos
pensamientos sobre que nos ha dejado este ciclo que llamamos año. Y es que, ¿en verdad se está terminando un ciclo?, o ¿terminamos
abruptamente un calendario al cual le quedan muchas fechas por cumplirse y
meses por llegar?.
Uno y otro blog se escriben sobre lo que nos dejó
el pasado y lo que viene a futuro como si una determinada fecha terminara con
todo y nuevamente nos diera un renacer. Esta historia, la hemos vivido una y
otra vez, desde los origines de la civilización esperamos el adviento y, sin
embargo, solo llega la esperanza que abrazamos por un año mejor.
Lo interesante, mis estimados lectores, es que
aunque los actores cambien, las situaciones pueden ser ciertamente las mismas y
los ciclos no se terminan porque si o porque está delimitado a la llegada del
5to sol. Nosotros hacemos el rito del
fin y principio de las cosas, del origen y del final. Alfa y omega. Inclusive esta misma entrada se
está repitiendo una y otra vez como un cliché mismo de la vida humana, porque
hablar de lo que es y lo que fue, siempre nos trae los recuerdos que se escapan
cual aves buscando la mar. En este espacio, más que alimentar la esperanza
sobre un porvenir alentador, me gustaría sostener que un 31 de diciembre no se
termina un ciclo mas de este calendario artificial, pero siendo un buen
pretexto para renovarnos, simplemente alimentemos esa voluntad y rompamos el
esquema, tiremos ese viejo paradigma y démosle continuidad a nuestro proceso
creativo, al sueño que comienza cada 1 de enero y que se alimenta de esas
esperanzas de no ser tocado por los malos agüeros.
Este testarudo rebuscado, con una copa llena de
virtudes y defectos, y unos labios que le gustan enunciar lo simple y lo
complejo, desea brindar y comer 12 uvas en honor a todos los tiempos. El que
fue, porque deje esa experiencia y sabiduría
propia del bohemio. El que es, para lo
mismo gozar y sufrir cada momento (al final, eso es estar vivo) y, el que será,
porque construyamos con sabiduría el porvenir de una ilusión.
MERLEAU-PONTY