Laura León “La Tesorito”, es una actriz y cantante
intérprete de canciones como “Suavecito” y “Dos Mujeres un Camino”, esta última
siendo el tema de una telenovela protagonizada por ella misma. Pero no, no les
vengo a hablar acerca de Laura León. Tampoco vengo a hablarles del tesorito que
las abuelas tanto les dicen a sus nietas que cuiden y no anden entregando
(¿¡!?). En realidad, vengo a hablarles de algo que más bien se puede entender
como El Precioso de Gollum, una joya valiosa que es únicamente nuestra y no
queremos compartir con nadie…
Hace un par de semanas, platicaba con mi novia acerca de
mi afición hacia las películas de zombies, género que desde niño siempre me ha
gustado. Platicando acerca de los programas y películas que hay actualmente, comentábamos
que debería ser una época dorada por toda la oferta que hay actualmente dentro
del género, a lo que -después de meditarlo un poco- le respondí que no
necesariamente…
En los 90, si bien los zombies eran populares, había
pocas historias que conocer, o no eran tan fáciles de conseguir en México, por
lo que al encontrar alguna película, sin importar lo mala que fuera, era motivo
de celebración el descubrir una historia de estos monstruos. Llegar a casa, abrir
la película para colocarla en el reproductor de video, a la expectativa de que
es lo que se iba a encontrar uno, era toda una experiencia cuasiarqueológica. Posteriormente,
en los dosmiles, el género cobró fuerza, y salieron infinidad de historias en
diferentes medios (libros, comics, juegos de video), una cantidad tal,
que ahora sólo basta dirigirse a la sección adecuada de una tienda, para
conocer alguna de estas historias. Tal ha sido la demanda, que si bien ha
habido algunas joyas dentro de todo lo que se ha creado, también hay mucha
basura que sólo se ha subido al vagón de la moda zombie “a ver que sacan”. Si
bien antes se podían disfrutar esas películas que son tan malas que son buenas,
ahora, tras ver una historia más genérica que la anterior, se pierde el encanto
de explorar, conocer, descubrir y compartir los pequeños tesoros que los
fanáticos podrían encontrarse, produciendo solamente hartazgo, quedándonos con una sensación de "¿que le pasó a mi hobbie?"
Por lo menos, esta fue la experiencia personal de su
servidor respecto a los zombies, pero puede llegar a pasar con todo, desde las
bebidas alcohólicas, hasta los destinos turísticos. Todo es susceptible de que al volverse popular, creamos que nos han robado parte de nosotros, o se ha perdido algo que nos definía a nosotros, y sólo a nosotros.
Peeeeeroooo...
Al inicio hablé de El Precioso de Gollum, personaje que
en su afán de proteger su tesorito (¿¡WTF!?), terminó autodestruyéndose (perdón,
pero a estas alturas ya todos deben de saber en que acaba El Señor de los
Anillos). Si bien se pueden abstraer una serie de conocimientos de este personaje,
la que quiero señalar particularmente, es la obsesión de querer conservar sólo
para nosotros aquello que consideramos valioso. Si, al masificarse algo, se
corre el riesgo de que en el afán de distribuirlo entre la mayor cantidad de
gente, este se diluya y pierda parte de su esencia, pero ¿De qué sirve un
tesoro si no es compartido? Al querer guardar algo, con el afán de conservar su valor sólo para nosotros, corremos el riesgo de que pierda su valor (como cierta historia del dinero devorado por las ratas). Cuando compartimos algo, y se distribuye entre un gran número de personas, corre el riesgo de que se desgaste, pero también tiene la oportunidad de que alguien lo tome, e incremente de alguna forma, el valor de nuestro tesorito...
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